LOS CRISTALES

Nos preguntamos muchas veces si los cristales tienen en verdad la capacidad de curar.
Podría contarles numerosas experiencias que he realizado con ellos, con resultados sumamente eficaces, pero no puedo decir que éstos integrantes del reino mineral hagan magia.
En realidad, lo que actúa en los trabajos de gemoterapia, es la energía que la persona que los utiliza es capaz de canalizar. Si existe una buena disposición de quien trabaja con los cristales y una apertura de parte de la persona que recibe su energía, lo que sucede es que la vibración de ambos se verá incrementada, equilibrada, balanceada, por el poder multiplicador de energías que poseen los cristales.
Al ubicar un cristal frente a una persona, la frecuencia de onda que éste emite ayuda a armonizar los desequilibrios que se encuentran en el aura humana, restableciendo el orden. Una gran parte de éste trabajo lo efectúa la claridad y pureza de cada piedra, pero también es responsable en mayor grado el color, que posee también una vibración determinada. Se ha comprobado que las vibraciones de los cristales llegan directamente al hipotálamo, y que este se encarga de distribuirlas por todo el sistema endocrino. Así, los colores de los cristales llegan más fácilmente a los chakras que emiten la misma onda de energía.
La diferencia de tamaño entre uno y otro, no altera la calidad energética que éste pueda irradiar. Un cristal de cuarzo (de una sola punta, o dos, o varias como en el caso de una druza), es capaz de aumentar considerablemente el campo magnético de las vibraciones del punto de cual parten (esto es, independientemente de que sean grandes o pequeños). Sí es importante tener en cuenta la calidad del cristal, pues de ella dependerá la fuerza con que emita las vibraciones (la velocidad de onda). Los cristales más claros y brillantes, son los que poseen mayor potencia, mientras que los opacos u oscuros, trabajan a menor velocidad, si bien algunos pueden tener finalidades más específicas.
En cuanto al cuidado de los mismos, es importante tener en cuenta que son tanto emisores como receptores, de modo que pueden cargarse con la energía de las personas a las que tocan o que los tocan. Es importante mantenerlos limpios después de cada uso. Uno de los modos de limpiarlos, es sumergiéndolos en un bol de vidrio conteniendo sal marina seca y dejándolos allí durante 24 horas. La sal actuará como purificador de las energías que se hayan adherido; luego se los recarga al sol durante unas horas. Personalmente los mantengo en un recipiente de vidrio con tapa sobre un lecho de hojas de eucaliptus o salvia, que alimentan su brillo y potencia.
La acción de la gemoterapia no es inmediata, sino que requiere de tiempo y paciencia, pero es duradera ya que interviene también en los procesos mentales, ayudando, siempre y cuando cada uno lo permita, a armonizar la energía del pensamiento. En suma, un cuarzo o cualquier otro tipo de cristal puro, puede equilibrar las energías personales como así también de los lugares donde se usan, razón por la cual siempre es útil tener uno cerca, acompañándonos en cada momento.

Autores: Staff de la Revista Crecimiento Interior.

Espero que hayas disfrutado de este material de lectura. Si te interesa aprender sobre Gemoterapia y el uso terapéutico de los Cristales, te invitamos a conocer nuestro curso a distancia haciendo un click aquí.