ALQUIMIA, del plomo al oro (continuación)

Habíamos visto, en la revista anterior, que el Hombre Plomo es un hombre dormido; también habíamos anticipado las áreas de análisis que definen a ese modelo de hombre. Ellas son:
- Constitución físico-energética.
- Mundo de Dualidad: muralla del paraíso.
- Objetivos Terrenales.
- Conocimiento del Universo.
- Conocimiento de su mundo interior.
- Creación del Fuego.
- Focalización.
- Nivel de actuación.
- Finalidad Superior.
Considerando que ya hemos analizado la constitución físico-energética, y el Mundo de Dualidad, veremos ahora las siguientes cinco áreas:

OBJETIVOS TERRENALES
Este hombre dormido, limitado por la muralla del paraíso y con un conocimiento fragmentado del universo, buscará, a pesar de todo, dominar al mundo exterior. Pondrá tanta energía en lograrlo que ignorará su mundo interior.
Se identificará con su mente, con sus emociones y con su cuerpo. En consecuencia tomará como propios los objetivos, los deseos e intereses de estas partes de su ser.
Su principal objetivo será buscar solamente el "oro vulgar". Queda así atrapado en la servidumbre del trabajo para la subsistencia, en mejorar su vida material. Ellos dicen: "busquemos primero el "ganarnos la vida", luego buscaremos la sabiduría". Muchos nunca alcanzarán la riqueza ni la sabiduría.
Otros, aquellos que lograron convertirse en millonarios, se encuentran azorados con un mundo árido de soledad y sinsabores.
Pero que esto no nos confunda, también está dormido aquel que rechaza mejorar su vida material, y que cree que la riqueza es despreciable, y que en la pobreza en sí misma existe alguna virtud. Vivir pobremente, o vivir rodeado de riqueza, no es la clave de la felicidad.
No perciben que la riqueza es un medio, no un fin en sí mismo.
No comprenden que "la transmutación alquímica" es la clave para ganarnos "la vida", en vez de "perderla" tratando de "vivir como se pueda".

CONOCIMIENTO DEL UNIVERSO
Con su visión limitada por efectos de "la muralla del paraíso", se restringirá al conocimiento de las leyes que rigen al mundo físico, y dentro de ellas sólo a las que tienen relación directa con sus limitados objetivos terrenales. Creyendo únicamente en esas leyes "físicas", percibirá al mundo a través de sus cinco sentidos. Considerará que es controlado por el dinero y el poder salvaje. Buscará materializar sus logros actuando sobre éste, únicamente en el estado de vigilia y contando para ello solamente con su cuerpo físico, y su mente racional. Este hombre funciona en el plano de las circunstancias, se focalizará en ese nivel, quedando sometido entonces a la ley del Azar, será efecto de causas que ni siquiera conoce, se convertirá "en víctima", en vez de convertirse en creador de causas para provocar determinados efectos, no llegará a ser su propio Amo.
Así vivirá en un mundo que no conoce, afectado por leyes que ignora. Tendrá entonces un mapa muy precario y erróneo del verdadero mundo. ¿Cómo podrá conocer y actuar correctamente dentro de un universo que está negando?.

CONOCIMIENTO DE SU MUNDO INTERIOR
La mayoría de los hombres dormidos creen que son un cuerpo que piensa, un cuerpo con mente. Los menos creen que son una mente con un cuerpo. El "cogito ergo sum" de Descartes: "Pienso luego existo".
Consideran que dedicarse al conocimiento de sí mismos, a su mundo interior, es un objetivo secundario que muchas veces ni intentarán. Argumentarán que el factor tiempo los limitan, que "no tienen tiempo para esas cosas". Es que están tan atrapados en el engranaje de la vida mecanizada y sujetos a la presión constante de las circunstancias, que no les queda tiempo para hacer un alto, ni el poder de atención necesario para dirigir hacia sí mismos su focalización mental. No han iniciado la aventura hacía el poderoso interior desconocido. No comprenden que la primera meta en el camino evolutivo es el "conocerse a sí mismo".
En su interior vivirán lo que se ha llamado la "legión de los yoes". Un grupo de personas, una verdadera legión de yoes, donde cada uno de ellos toma decisiones por su cuenta, sin considerar a los otros. Como consecuencia sus personalidades no tienen continuidad de actos. ¿Cómo podrían tenerla si cada "yo" sigue su camino?.

CREACION DEL FUEGO
El hombre dormido está sometido al instinto sexual, al amor carnal.
El "principio de constancia" afirma que es inherente al sistema nervioso la tendencia a reducir, o al menos a mantener constante, el monto de excitación presente en él. Muchas teorías psicológicas creyeron que este principio era totalmente aplicable a la excitación sexual. Dedujeron así, equivocadamente, que siempre debía descargarse de esta tensión: era necesario liberarse de la presión que la sexualidad imponía al organismo.
Así muchos aceptan los ciclos que su sexualidad les impone, sin cuestionarlos, realizando el acto sexual por el placer que les produce. Algunos de ellos, en vez de dominar su sexualidad serán dominados por ella: sentirán un fuego interior que los devora.
Otros, que no desean soportar la presión de tan fuerte energía, y mal entendieron el concepto de "sublimación", optarán por apagar definitivamente ese valioso fuego: una vida de castidad lejos de los llamados de la carne.
Así, la vida sexual del hombre dormido pasa entre el extremo de la maliciosa picardía, el de la simple descarga con fines terapéuticos, el del estudio como un serio problema científico, o el de la negación sexual. Ninguno comprenderá la gran fuente de fuego superior que poseen.

FOCALIZACIÓN
Para lograr el éxito en su vida, el hombre debe poder proponerse objetivos, y mantener focalizada su energía en los mismos hasta materializarlos. ¿En qué está focalizado este hombre dormido?. Pondrá el centro de su atención en el mundo exterior. Su centro de gravedad, su energía, se encuentra focalizado en las cosas de todos los días, en los acontecimientos externos siempre presentes. Buscará de estar permanentemente informado, no se distraerá ni un minuto de lo que sucede a su alrededor. En esa Selva que es la vida, un descuido puede provocar que una fiera lo devore para siempre. Queda así el hombre dormido sometido a la ley del miedo. Él no suelta, no quiere dejar la presa, y cree tener razón. Su rol es aquel de defender la vida. Dejar la presa significa exponer la vida a peligros que la amenazan de todas las partes. Cree que a cada instante todo el universo concurre a la destrucción de la vida. El precio a pagar por vivir su vida, es una vigilancia infalible y una voluntad feroz e infatigable.
Como consecuencia, es incapaz de tomar distancia, de poder ver por arriba de la muralla del paraíso el Orden Superior que rige las aparentes contradicciones de la vida. Así cae víctima de la dualidad, del mundo de las circunstancias que se le impone, carecerá de control de su vida, no podrá transcenderlo. Su felicidad o desdicha diaria dependerá de una buena o mala noticia.
Queda así sometido a un estado de continua dispersión que fragmenta sus facultades. Se concentra en problemas y desgracias, anticipa todo lo negativo que podría ocurrir, y como su mente gobierna la energía, termina materializando eso en lo que piensa.

En el próximo número concluiremos con el capítulo dos. Continúa leyendo el siguiente capítulo aquí.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon.